El flamenco tiene raíces profundas que se remontan a siglos atrás en Andalucía, donde culturas como la gitana, la árabe, la judía y la andaluza se fusionaron para dar vida a este arte único. Cada uno de estos pueblos aportó una parte esencial, desde la música hasta el baile y el cante, creando una expresión artística compleja y llena de matices. En sus orígenes, el flamenco no estaba destinado a los escenarios, sino que se vivía en la intimidad de las familias y las comunidades, siendo una forma de expresar emociones y contar historias de lucha, amor y sufrimiento.
Con el tiempo, el flamenco evolucionó, y a finales del siglo XIX empezó a ser reconocido en teatros y cafés cantantes de ciudades como Sevilla y Cádiz. Desde entonces, el flamenco ha seguido creciendo, adaptándose a los nuevos tiempos, pero manteniendo siempre su esencia. Carmen Catena honra esta tradición en cada actuación, llevándola con respeto y autenticidad a los escenarios internacionales, mostrando cómo el flamenco, aunque transformado, sigue siendo un reflejo puro de las emociones humanas y de la cultura andaluza.